A veces duele la tarde
I.- Hijas de Lot a media tarde
Me habían dicho que las mujeres como este par, no eran recomendables. Una tenía ojos tristes. La otra no dejaba de hablar de su padre, de la manera en que tuvieron que violarlo para no perder el apellido.
Le agarré un pezón a la mujer de ojos tristes. La otra me servía vino en una copa. Les murmuré: “hijas mías”.
II.- Café
El café caliente sabe bien, aunque no le hago el feo cuando se enfría. Algunos prefieren el café amargo. No le temo al café negro, pero sí a la gastritis.
La grupis son más sencillas de impresionar por un escritor alcohólico y no uno que se pasa las tardes bebiendo café.
“No vale la pena”, me digo. Y rompo en llanto. En un llanto que lo amarga todo un poco más.
III.- Plagiarios
El sol es anaranjado. Eso no importa demasiado, hasta que una mujer se me acerca y sin hablar, me pide que le hable del tema.
-No me gusta hablar de lo que sucede en el cielo –le digo.
Ella me mira. Ella me tuvo lástima.
Me habían dicho que las mujeres como este par, no eran recomendables. Una tenía ojos tristes. La otra no dejaba de hablar de su padre, de la manera en que tuvieron que violarlo para no perder el apellido.
Le agarré un pezón a la mujer de ojos tristes. La otra me servía vino en una copa. Les murmuré: “hijas mías”.
II.- Café
El café caliente sabe bien, aunque no le hago el feo cuando se enfría. Algunos prefieren el café amargo. No le temo al café negro, pero sí a la gastritis.
La grupis son más sencillas de impresionar por un escritor alcohólico y no uno que se pasa las tardes bebiendo café.
“No vale la pena”, me digo. Y rompo en llanto. En un llanto que lo amarga todo un poco más.
III.- Plagiarios
El sol es anaranjado. Eso no importa demasiado, hasta que una mujer se me acerca y sin hablar, me pide que le hable del tema.
-No me gusta hablar de lo que sucede en el cielo –le digo.
Ella me mira. Ella me tuvo lástima.
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