viernes, octubre 15, 2004

Dormir por la ciudad

Tengo una astilla en el dedo índice de la mano izquierda....grgrgrggr. Carajo. Vaya que resulta incómodo tener que estar en el trabajo vil presionando teclas.
Ayer, ayer recordé mis días de estudiante pobre, alcohólico y callejero, durmiendo en la Central de autobuses. Andaba de rol en el Barrio Antiguo con la Gabriela Torres y Minerva Reynosa -divas literarias cerveceras-, y diablos, no pasaba el camión. Caminé hasta la Alameda y el Ruta 206 se fue de largo. Imaginen al pobre cabrito este, dirigiendo sus pasos al Hospital de Zona para quedarse un par de horas en la sala de emergencias.
Pero no. ¿Cómo pretenden que entre tanto dolor humano se pueda dormitar en paz? Me incomodan los lamentos. Por eso mejor caminé a la Central de autobuses, tal como dije, y recordé las muchas noches que había pasado allí esperando a mi padre cuando trabajaba en los Transportes del Norte.
Total... más de la mitad de los que estaban allí, andaban bieeen dormidotes. Y es mejor que pasarla en un cajero automático de calzada Madero. Se los juro.

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