Lucha libre y table dance
I
Total que ayer me llamó por phono Karla. Una amiga dark que me recomendó leer al buen Mario Cruz y sus textos acá, oscuros y perversos. Y la chava me dice: Vamos ver la lucha libre, porque va a luchar un trío dark. Y el Luis Valdez tirando rostro en el Italian Coffe Factory de Plaza fiesta San Agustín, porque: a) el café de allí es barato, b) las chavitas desde los 16 años usan unas microfaldas que me hacen sentir como si ya estuviera en el INSEN, c) estaba esperando a Chuy, que también me llamó por teléfono para platicar un rato.
El Chuy fue alumno mío en mis tiempos de maestro de historia. Yo no era tan mal maestro. Siempre procuraba impartir las clases con algún tipo de chiste. La historia de la humanidad es tan solo eso: un maldito chiste.
Luego de ver unas cuantas superpiernas, enfundadas en microfaldas, nos lanzamos a la Arena Coliseo por Karla. Barato. Cien pesos por asiento en ring general, pasando la fila nueve. La cerveza a veinte pesos. Los luchadores regiomontanos, como es la costumbre, parecían monos de gimnasio. Las mujeres les gritaban: ¡Están bien buenos! Pero a mí se me hace que son gays. Es la misma imagen del Latin Lover y el Tarzan Boy. Puro cuerpo plastificado a la Backstreet Boy.
Siempre le propinan sus patadas a los luchadores regiomontanos. Por fresas. Hasta a mí me dan ganas de hacerle al mamón y darles unos fregadazos.
Al final los mentados luchadores darks no lucharon muy bien que digamos. Más bien les partieron su madre. Es que uno de los del trío contrario metió una patineta a la jaula que instalaron en el ring, y el cabroncito se dio gusto cacheteando al estilo skate.
II
El table dance fue el Harlequín, antes llamado Muñequitas. Luego de que Karla se fue en su autobús a Villa Juárez, me trepé a un taxi y le dije al chofer: Lléveme a las calles Zuazua y Arteaga, pero antes del amanecer, compadre. Hace unos meses anduve allí con un cuate y una chava se había sentado en mis piernas diciendo que acababa de leer Los Miserables... le pregunté que quién había escrito eso, y la mujer me respondió: Víctor Hugo, francés. Luego me comentó que compró La Divina Comedia, porque supo que Dante había sido una especie de poeta novelista filosófico.
Chale.
Pero ayer la mujer -se llama Julieta, y tiene dos niños a sus 23 años- estaba sentada en las piernas de otro cliente, en un rincón. Bailó las tres canciones que le tocaron bailar, fingiendo no reconocerme, siendo que yo estaba frente a la tarima. Iluso de mí. La mujer regresó al mismo rincón donde minutos antes había estado sentada sobre las piernas del tipo, y yo salí con menos dinero en el bolsillo. Temeroso de las sólo dos horas que dormiría antes de irme al trabajo.
Total que ayer me llamó por phono Karla. Una amiga dark que me recomendó leer al buen Mario Cruz y sus textos acá, oscuros y perversos. Y la chava me dice: Vamos ver la lucha libre, porque va a luchar un trío dark. Y el Luis Valdez tirando rostro en el Italian Coffe Factory de Plaza fiesta San Agustín, porque: a) el café de allí es barato, b) las chavitas desde los 16 años usan unas microfaldas que me hacen sentir como si ya estuviera en el INSEN, c) estaba esperando a Chuy, que también me llamó por teléfono para platicar un rato.
El Chuy fue alumno mío en mis tiempos de maestro de historia. Yo no era tan mal maestro. Siempre procuraba impartir las clases con algún tipo de chiste. La historia de la humanidad es tan solo eso: un maldito chiste.
Luego de ver unas cuantas superpiernas, enfundadas en microfaldas, nos lanzamos a la Arena Coliseo por Karla. Barato. Cien pesos por asiento en ring general, pasando la fila nueve. La cerveza a veinte pesos. Los luchadores regiomontanos, como es la costumbre, parecían monos de gimnasio. Las mujeres les gritaban: ¡Están bien buenos! Pero a mí se me hace que son gays. Es la misma imagen del Latin Lover y el Tarzan Boy. Puro cuerpo plastificado a la Backstreet Boy.
Siempre le propinan sus patadas a los luchadores regiomontanos. Por fresas. Hasta a mí me dan ganas de hacerle al mamón y darles unos fregadazos.
Al final los mentados luchadores darks no lucharon muy bien que digamos. Más bien les partieron su madre. Es que uno de los del trío contrario metió una patineta a la jaula que instalaron en el ring, y el cabroncito se dio gusto cacheteando al estilo skate.
II
El table dance fue el Harlequín, antes llamado Muñequitas. Luego de que Karla se fue en su autobús a Villa Juárez, me trepé a un taxi y le dije al chofer: Lléveme a las calles Zuazua y Arteaga, pero antes del amanecer, compadre. Hace unos meses anduve allí con un cuate y una chava se había sentado en mis piernas diciendo que acababa de leer Los Miserables... le pregunté que quién había escrito eso, y la mujer me respondió: Víctor Hugo, francés. Luego me comentó que compró La Divina Comedia, porque supo que Dante había sido una especie de poeta novelista filosófico.
Chale.
Pero ayer la mujer -se llama Julieta, y tiene dos niños a sus 23 años- estaba sentada en las piernas de otro cliente, en un rincón. Bailó las tres canciones que le tocaron bailar, fingiendo no reconocerme, siendo que yo estaba frente a la tarima. Iluso de mí. La mujer regresó al mismo rincón donde minutos antes había estado sentada sobre las piernas del tipo, y yo salí con menos dinero en el bolsillo. Temeroso de las sólo dos horas que dormiría antes de irme al trabajo.
1 palabra de urbanodonte:
por eso yo nomás voy cuando va a luchar "el místico"
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