Centro Comercial Gran Plaza
El slogan decía: "Centro Comercial Gran Plaza, un lugar para enamorarte... en el corazón del mero Monterrey".
I
Cursaba el tercer grado en la Secundaria Técnica #30 en el sur de la ciudad, y ese día no hubo clases. Así de simple. Llegamos y los prefectos nos regresaban desde la puerta. Mientras otros optaron por quedarse frente a la escuela, le dije a Ricardo: "Vámonos al centro a jugar videojuegos", y un rato después ya se había apuntado Raúl, un vecino un año menor que nosotros.
Caminamos poco más de dos kilómetros hasta la avenida y allí abordamos un camión. Apenas eran las ocho de la mañana cuando llegamos frente a ese centro comercial, ubicado en el sótano de la Macroplaza, frenta a la calle Morelos.. Abrían hasta las once de la mañana. ¿Qué carajos hacer mientras? Nos quedamos imaginando los grandes simuladores que habían en el local de Ships 2000, pero si nos íbamos caminando hasta el otro Ships, frente a la alameda, tendríamos que caminar otro par de kilómetros.
Vámonos a los de Juárez, dijo Raúl.
No recuerdo cómo llegamos. El caso es que cuando cruzábamos Juárez a la altura de Modesto Arreola, un camión casi se lleva al vecino este. Me dio pavor que lo hubieran arrollado, sólo de vislumbrar que pudieran descubrir nuestra escapada.
al final cada uno completó sólo una ficha. Lo demás lo habíamos gastado en papas y refrescos.
Jugamos a uno llamado Street Fighter pero ninguno de los tres le entendió a los seis botones para cada jugador. Un año después Ricardo y yo nos inscribimos en la Preparatoria 1, a pocas calles de allí, y él se salía de clases para irse a jugar. Se convirtió en un especialista en este juego, y ya nunca pasó del tercer semestre de preparatoria.
Yo sigo sin entender los malditos seis botones.
II
Casi a punto de salir de preparatoria, unos compañeros y yo fuimos a ese Centro Comercial Gran Plaza. Ya estaba en decadencia y los únicos locales que dejaban algo de dinero seguían siendo el Ships 2000 y la casa del terror.
Eliud, el afeminado del grupo, no dejó de lanzar chillidos histéricos cuando lo obligamos a entrar. "Ay, está muy oscuro, me asusté".
-Ya, Eliud, no sea maricón.
Hace más de 10 años de eso. Allí debajo sólo hay oficinas del ayuntamiento. Unos amigos se han casado, el vecino ya no me habla, y el otro, el histérico, ya es gay declarado.
¿Y yo? Yo a veces no hago más que recordar lugares.
I
Cursaba el tercer grado en la Secundaria Técnica #30 en el sur de la ciudad, y ese día no hubo clases. Así de simple. Llegamos y los prefectos nos regresaban desde la puerta. Mientras otros optaron por quedarse frente a la escuela, le dije a Ricardo: "Vámonos al centro a jugar videojuegos", y un rato después ya se había apuntado Raúl, un vecino un año menor que nosotros.
Caminamos poco más de dos kilómetros hasta la avenida y allí abordamos un camión. Apenas eran las ocho de la mañana cuando llegamos frente a ese centro comercial, ubicado en el sótano de la Macroplaza, frenta a la calle Morelos.. Abrían hasta las once de la mañana. ¿Qué carajos hacer mientras? Nos quedamos imaginando los grandes simuladores que habían en el local de Ships 2000, pero si nos íbamos caminando hasta el otro Ships, frente a la alameda, tendríamos que caminar otro par de kilómetros.
Vámonos a los de Juárez, dijo Raúl.
No recuerdo cómo llegamos. El caso es que cuando cruzábamos Juárez a la altura de Modesto Arreola, un camión casi se lleva al vecino este. Me dio pavor que lo hubieran arrollado, sólo de vislumbrar que pudieran descubrir nuestra escapada.
al final cada uno completó sólo una ficha. Lo demás lo habíamos gastado en papas y refrescos.
Jugamos a uno llamado Street Fighter pero ninguno de los tres le entendió a los seis botones para cada jugador. Un año después Ricardo y yo nos inscribimos en la Preparatoria 1, a pocas calles de allí, y él se salía de clases para irse a jugar. Se convirtió en un especialista en este juego, y ya nunca pasó del tercer semestre de preparatoria.
Yo sigo sin entender los malditos seis botones.
II
Casi a punto de salir de preparatoria, unos compañeros y yo fuimos a ese Centro Comercial Gran Plaza. Ya estaba en decadencia y los únicos locales que dejaban algo de dinero seguían siendo el Ships 2000 y la casa del terror.
Eliud, el afeminado del grupo, no dejó de lanzar chillidos histéricos cuando lo obligamos a entrar. "Ay, está muy oscuro, me asusté".
-Ya, Eliud, no sea maricón.
Hace más de 10 años de eso. Allí debajo sólo hay oficinas del ayuntamiento. Unos amigos se han casado, el vecino ya no me habla, y el otro, el histérico, ya es gay declarado.
¿Y yo? Yo a veces no hago más que recordar lugares.
3 palabra de urbanodonte:
Yo también me da por recorda, lo malo es q' me es imposible recorrer los lugares, asi como tu
Abrazitos!
querido luis dos puntos
me rearmo punto y seguido espero no volver a azotar el cenicero contra la pared punto y aparte
se le extraña coma se le imagina vagando por la lejana ciudad mascota coma se le mandan buenas vibras para que una vez que ésta su servilleta haya regresado a méxico usted pueda ir a tomarse un cafecito con ella al sanborns de los azulejos y chismear y chismear como siamesas comadres punto y aparte
le mando abrazos desde mi dia arcoiris y mi tórax ultratumba punto final
Luis, una vez fuí a ese centro comercial. Tenía mucha hambre y ahi abajito en las mesitas esas blancas de fierro que tenían, me comí un hotdog...me enfermé tanto, que con sólo pasar por ahí, me daba cuiscuas...no, ya ni volví. Mejor me quedaba arribita nada más. Eso de recordar lugares me encanta...
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