El sótano del Teatro de la Ciudad

A orillas de la Macroplaza. Es un bloque de concreto, diría cualquier persona. Es minimalista, dirían los especializados mamones. Lo cierto es que el Teatro de la Ciudad es también un castillo. Con sus calabozos, sus salones, sus entradas Principal, Espacio al aire libre- sala experimental, Sótano y Área de carga y descarga.
Por el frente la entrada principal, como para los nobles que entran de la taquilla directo al lobby. Pero ahí, a un lado, la entrada por la sala experimental: Es un cuarto pequeño y oscuro para los teatristas sin gran trayectoria. Esos a los que de plano dejan en el espacio al aire libre, o los dejan entrar a un espacio de cuarenta espectadores.
Por el sótano, la entrada a las oficinas administrativas y las aulas. Es un pasillo rumbo a espacios donde sólo hay luz artificial y no entran las señales de los teléfonos celulares. También el aire es estrictamente ventilado por abanicos y aires lavados.
La primera vez que vi a Paco, me pareció pálido. Aunque su voz fuerte no corresponde a la de alguien que está enclaustrado en un sótano.
Paco es arquitecto. Se encarga de diseñar planos de edificios, aunque esto lo haya llevado a permanecer en el sótano de uno. Él trabajó en el diseño de este lugar.
Los proyectos no traicionan, pienso cuando lo veo sentado detrás de su escritorio.
Hace días lo vi en el exterior. Salíamos por el área de carga y descarga del teatro. El tipo no estaba pálido. Sus cabellos tomaron un color amarillento. Era güero.
Paco Grazia es un sobreviviente a los calabozos del centro de Ciudad Mascota.