sábado, mayo 28, 2005

Dos cantinas del centro

I
Una estaba en la esquina de Espinoza y Guerrero. A media calle de mi primer trabajo como maestro de preparatoria para adultos. Mentira que en la barra uno se encuentre más seguro. El mesero me dio un tarro con el borde roto. Lo bebí y le pedí otro tarro. El maldito me dio un tarro más quebrado todavía. Además un borracho comenzó a decirme que había sido boxeador en sus veintitantos años de edad y que luego de ganar un par de encuentros en Tampico, ya iba pal defe pero el entrenador prefirió a otro chavo porque era marica. La charla se complicó cuando el tipo dio muestras de complejo al decir: ¿qué, eres maestro? ¿Crees que soy un pinche ignorante?
Fui a la radiola, fingí que puse música y le dije al hombre ese que le había dedicado unas canciones por ser tan chingón. Él se acercó a la máquina y aproveché pa escabullirme.

II
A la otra cantina nunca he entrado. La Gaviota. Dicen que el primer dueño era un golpeador de maricas y mandó al hijo a estudiar a Europa y el júnior le regresó con ideas socialistas y medio gay. Así que el pobre padre se le murió de un coraje y el entonces bar, ya en manos del hijo, se convirtió en un refugio de locas. Ahora es el lugar clave a donde acuden mecánicos, obreros y boleros de gustos afeminados. No ha faltado el escritor gay que alguna vez propuso que fuéramos varios urbanodontes a ese lugar a una calle del Mercado Juárez.
Nel.

1 palabra de urbanodonte:

Anonymous Anónimo dijo...

¿Has visitado alguna vez la cantina Mingos? Si no, te recomiendo echarte una vuelta por ahí a eso de las 10:00 pm

2:52 p.m.  

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