martes, febrero 07, 2006

Eloy, calle Juglar

Eloy permanece recargado en la malla de la esquina, de las tres de la tarde a las siete de la noche. Es la hora en que se le antoja una cerveza y decide caminar una calle hasta la casa de la madre, donde sus sobrinos le prestan dinero y le traen una caguama Carta Blanca. Él se sienta en una silla del patio y le pregunta a su madre, La China, si ya está a punto de acabarse la telenovela. La señora no tiene más aficiones que la de vender duritos con frijoles, crema y salsa; y ver las telenovelas de la tarde. Hace un par de años organizaba loterías entre las vecinas, pero luego de los pleitos que Eloy tuvo en la adolescencia, ya tuvo suficiente con los policías.
Eloy ya no es joven. Tiene más de cuarenta años. Se le ha vuelto una costumbre levantarse la bastilla derecha de su pantalón y rascarse la pierna delante de su madre. Le duele después de arrastrarla por lo largo de la calle. Uno de sus sobrinos es Ricardo, mi mejor amigo de la infancia. Como no me dejaban salir a la calle a jugar, Ricardo tenía que visitarme. Desde el barandal veíamos a Eloy saludando a cuanto vecino que pasaba. "Usted sabe que yo respeto mucho a su familia", decía a cada persona.
A veces le dan dinero. Con eso ya no tiene que depender de sus sobrinos. Una vez me pidió dinero a mí, y cuando puse cara de extrañeza, se quedó pensando. Luego me dijo: "Ah, tú no pagas cuota. Eres amigo de Ricardo".
A la China no le molesta que él se rasque el tobillo mientras ven televisión. Quedó lastimado de su pierna luego de un enfrentamiento con los Rockers. Era la pandilla de la Pavimentada. Más de treinta. En cambio, en mi calle Juglar, los Pelones no llegaban a más de quince miembros. Se juntaban en la esquina donde ahora Eloy se dedica a dar las buenas tardes. Hasta parece que no recuerda la vez que lo dejaron solo en la Pavimentada. Dicen que el que lo lastimó de la pierna fue el Cachetes. El caso es que Eloy regresó a su casa a rastras.
Los vecinos no le guardan rencor. Mi madre dice que antes de ser pandillero trabajaba en las construcciones, ayudándole a los arquitectos con el diseño de planos. Y ahora, con su aire de amabilidad, hasta debe tolerar que el Cachetes pase por la calle a rumbo a la escuela para vender sus gelatinas. Claro que a él no lo saluda.
Hace un par de años se casó Ricardo. Me pareció divertido ver a Eloy vestido de saco y corbata. Parecía el hermano mayor del novio porque toda la noche se la pasó de mesa en mesa saludando gente con su clásica frase de: "Usted sabe que yo respeto mucho a su familia".

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